Una vez que tu hijo, a través del autoanálisis, ha encontrado su vocación —que, recordemos, no es lo mismo que su profesión—, su mirada deberá volcarse hacia afuera para analizar qué le ofrecen las universidades y el mercado laboral. En esta etapa, tu soporte es determinante. Conoce qué pasos debes dar para ayudar a tu hijo.

Si consideramos la experiencia de elegir una carrera universitaria como una ruta vocacional, bien podríamos dividirla en dos fases: la primera consiste, como hemos visto en una nota anterior, en guiar a tu hijo durante un temprano proceso de introspección (un “mirar hacia adentro”) para que descubra con tranquilidad su verdadera vocación; y la segunda, cuya urgencia está ligada al término de la vida escolar, implica acompañarlo a “mirar hacia fuera” para que conecte sus profundas aspiraciones personales con variables concretas que determinarán su futuro profesional, momento que abordaremos en esta oportunidad.

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Si bien cada joven procesará estas fases de manera diferente y a su propio ritmo, cuando queda poco tiempo para decidir qué carrera estudiar, el análisis pasa por ser más pragmático; es decir, hay que tomar en cuenta la oferta académica y el mercado laboral, pues en estos ámbitos es donde interactuará tu hijo una vez que comience a labrar su camino como profesional.

¿Cuál son las propuestas académicas de las universidades? ¿Qué aspectos se deben valorar en una carrera? ¿Qué universidades son las mejores en determinas profesiones? ¿Qué carreras están demandando las empresas? ¿Cómo es la trayectoria laboral de los egresados de cada institución educativa? Estas y más preguntas deberán resolver tú y tu hijo. Es una responsabilidad compartida, la cual debes asumir como facilitador del acopio de información y la evaluación de la misma.

Entre el año sabático y los estudios generales

Para iniciar, recuerda que la vocación —el conjunto de características y habilidades que posee tu hijo— puede encajar en una o más profesiones. Por ejemplo, si tu hijo tiene una vocación ligada a los números y los negocios, podría estudiar Economía, Administración o Contabilidad. Todo depende de hacia dónde quiera orientarla, y quizá en este punto todavía tenga ciertas dudas.

En ese sentido, es importante conocer lo que le ofrecen las universidades (malla curricular, profesores, campus, etc.). Debido a la pandemia, hay restricciones físicas, pero las instituciones educativas se han adaptado perfectamente para facilitar esta exploración a través de sus canales online: consultas en línea, asesorías, eventos y hasta talleres virtuales, donde tu hijo puede interactuar con profesores, autoridades, alumnos y egresados.

Sin embargo, si tu hijo cree que aún es muy precipitado decidir qué carrera estudiar y necesita más tiempo, no lo presiones. El proceso de elegir una profesión no es tan fácil como dar un test vocacional: a algunos jóvenes les cuesta mantener su decisión, y a veces tienden a arrepentirse en el camino. En estos casos, surge como posibilidad el llamado “año sabático”, que se da cuando un escolar recién graduado opta por postergar sus estudios universitarios durante un año.

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Sé empático con tu hijo si lo que necesita es tomarse un tiempo. De hecho, el año sabático no es una práctica muy común en nuestra sociedad: somos un país en vías de desarrollo, donde los jóvenes están ansiosos por trabajar y aportar al hogar, más aún en tiempos de crisis; pero también está la idea errónea de muchos padres de que un año sin clases significa un retroceso.

Contrario a este prejuicio, este puede representar un tiempo para definir o asentar la orientación vocacional de tu hijo, a través de talleres o pasatiempos productivos. Sin embargo, también es bueno que sepas que —si la idea de un año sabático no está en sus planes— uno de los grandes beneficios de las universidades es que cuentan con Estudios Generales.

Estos tienen lugar durante los primeros años de estudios y, como su nombre lo indica, permiten que el estudiante acceda a un abanico de conocimientos generales (Lengua, Matemáticas, Sicología, Sociología, etc.), pero también a cursos introductorios a la carrera elegida, antes de entrar de lleno a cursos especializados de la profesión. Además, tu hijo vivirá la experiencia in situ de lo que significa estudiar en una universidad, lo cual le servirá para reafirmar su orientación vocacional o cambiar de decisión. ¡Total, los cursos pueden ser convalidados!

Contexto y mercado laboral

Así, mientras tu hijo define su futuro profesional, es importante que lo estimules a seguir explorando en paralelo cómo funciona el mundo que le ha tocado vivir, donde se vienen dando —incluso desde antes de la pandemia— una serie de cambios importantes. Cada vez aparecen más carreras ligadas a las nuevas tecnologías, energías renovables, inteligencia artificial, big data, gestión de la información, programación web, entre otras especializaciones.

Y si bien estas carreras muchas veces despiertan suspicacia entre los padres, al explorar un poco más, te darás cuenta de que están en sintonía con los perfiles profesionales de mayor demanda. El portal Ponte en Carrera, sobre la base de un estudio del BID, informó que los siete empleos más solicitados en los próximos años en América Latina serán los siguientes: programador de software, asistente de salud, ingeniero civil, científico de alimentos, ingeniero biomédico, analista estadístico y especialista en seguridad cibernética.

Pero, ¡cuidado!, ello no implica quitarles mérito a las llamadas carreras tradicionales, pues de tradicionales solo tienen el nombre. Estas, por supuesto, se actualizan permanentemente acorde con los cambios tecnológicos, socioambientales y económicos. Es decir, son flexibles y modernas. La situación de crisis ha obligado a que una carrera como Educación, por ejemplo, aparentemente tradicional, deba ser una de las más innovadoras. En ese sentido, es un error pensar que las carreras tradicionales tienen una sola dimensión. Todas se adaptan a los tiempos, y todos los profesionales deben tener la capacidad para ejercerlas dentro de su contexto. 

¿Es acertado tener un enfoque de rentabilidad?

Sin duda, estudiar una carrera universitaria significa una inversión a largo plazo, y, como toda inversión, tiene un objetivo concreto: que tu hijo consiga un buen trabajo y pueda valerse por sí mismo en el futuro. Sin embargo, no debes medir esta inversión sobre la base del sueldo que ganará en el futuro o el puesto que terminará por ocupar.

La universidad es un lugar donde se moldeará como persona, desarrollándose en espacios de convivencia importantes y adquiriendo así habilidades blandas (trabajo en equipo, pensamiento creativo, etc.), que son profesionalmente valiosas en un mundo cada vez más mecanizado. Además, todo lo que aprenderá en la universidad puede llevar a tu hijo por otras experiencias profesionales y laborales igual de exitosas.

Obsesionarse por la rentabilidad futura de la carrera muchas veces motiva a ver el impacto de una carrera universitaria como una trayectoria lineal; es decir, si tu hijo estudia Finanzas, puede que inmediatamente pienses que llegará a ser gerente en un banco. Pero la realidad es diferente: quizá las finanzas lo lleven a crear su propia empresa en un rubro totalmente diferente, pero con resultados igual de satisfactorios para él.

Gustavo Yamada, profesor de economía de la Universidad del Pacífico, recomienda equilibrar tres aspectos: pasión, habilidades y demanda. En otras palabras, a tu hijo debe gustarle y motivarle su carrera, tener las capacidades para desarrollarla y analizar las probabilidades de que con esa profesión conseguirá un buen trabajo. Para este último aspecto, resulta clave que tanto tú como tu hijo conozcan el prestigio de las universidades dentro del mundo laboral, qué institución educativa es la mejor en la carrera seleccionada y cuáles son los sueldos promedio que ganan los peruanos de acuerdo a su profesión y alma máter. Una buena herramienta para tener estos detalles es el portal Ponte en Carrera.

Otro enfoque de rentabilidad importante, que a veces descuidamos, es el de la deserción académica. Debes saber que, en la mayoría de los casos, esta no solo se origina por factores económicos, sino por una mala asesoría de orientación vocacional, presiones familiares o un estrés acumulado dentro de la carrera: es decir, es algo que se va incubando a lo largo del tiempo y que puedes evitar.

Como padre, no debes subestimar este riesgo: la deserción universitaria en el Perú es de orden del 30 %, según un estudio de Insan Consultores. Esto quiere decir que entre 40 000 y 50 000 jóvenes abandonan sus estudios universitarios cada año. En total, esto representaría una pérdida de al menos $ 100 millones para los padres de familia. Por eso, es importante que sepas detectar a tiempo algún malestar en tu hijo, le brindes apoyo académico en caso lo necesite y te asegures de que esté contento con su decisión.

Hacerlo responsable de su decisión

En general, lo más importante —y algo que debería regir cada una de las etapas en la ruta vocacional— es que dejes que las decisiones sean de tu hijo. Haz que él se haga responsable de las mismas y que tome la iniciativa en todas las fases.

Pero eso sí: debes estar al tanto de las presiones que puedan surgir desde otros entornos. La validación de pares es algo que caracteriza a la adolescencia: muchos chicos se dejan llevar por las decisiones de sus amigos, sin preguntarse realmente qué quieren ellos mismos. Por eso, es importante que, como padre, seas un “cable a tierra” y un soporte emocional para tu hijo, poniendo constantemente el foco sobre él.

Dentro de la universidad, será necesario que él reafirme en el día a día su vocación y experiencia académica. No des por inamovible su decisión: en el camino pueden aparecer dudas o nuevos sueños. Para ello la Universidad del Pacífico cuenta con una Dirección de Formación Extraacadémica, desde donde vela por el desarrollo y bienestar estudiantil, acompañando a los estudiantes con consejería psicológica, y promoviendo actividades extraacadémicas.

Si bien la carrera y el futuro serán de tu hijo, tu rol como guía en todas las fases del proceso no debe ser pasivo: te corresponde hacerte presente, dialogar y cumplir con todos los consejos recomendados, pues ese es el mejor test vocacional que puedes darle a tu hijo. Para que tengas claro todos los pasos, aquí te dejamos un checklist: