Un economista devoto del turismo sostenible en la región San Martín. Conservación, cuidado del medio ambiente y proyección social. Fuente: Revista Alumni UP Nro. 30
El 11 de septiembre de 2001, Rodrigo Ponce, entonces estudiante de la carrera de Economía de la UP y practicante de un banco, se encontraba en una mesa de dinero viendo las fluctuaciones financieras, cuando en una pantalla vecina pasaron los atentados terroristas contra el World Trade Center, de Nueva York. Recuerda que ser testigo a la distancia, pero en tiempo real, del ataque al corazón financiero del mundo, lo dejó en shock. Algunos años después, en 2005, en busca de una pausa reflexiva y exploratoria, Rodrigo planeó un viaje a la selva peruana y descubrió la paz de la vida rural y el potencial del turismo sostenible. «No es lo mismo el turismo convencional y el ecoturismo para la conservación», explica. «Este último es una variedad de turismo sostenible con prácticas y parámetros que hacen la diferencia: se trabaja en áreas protegidas y con grupos pequeños para mitigar impactos. Un grupo grande llena de basura el bosque, hace ruido, espanta a los animales. El ser humano en manada es un virus. Por otro lado, es fundamental la participación y la generación de empleo para la población local, que lidera o trabaja en las iniciativas, de modo que el beneficio económico también sea para la comunidad, para el medio ambiente, para el ecoturismo», explica en torno a la filosofía de su actividad actual. «En este tipo de turismo es muy importante la función del guía, pues este explica, orienta y transmite al visitante conocimiento sobre la naturaleza y la biodiversidad. Lo ayuda a conectarse con el universo», refiere.
Con la barba crecida y un look que difiere del que tenía en sus tiempos de banquero, Rodrigo Ponce, en la actualidad, forma parte del equipo técnico del proyecto Tarapoto y Alto Mayo: Turismo y Naturaleza en Valor, ejecutado por la Cámara Nacional de Turismo con el financiamiento de la Cooperación Suiza SECO a través del programa Sé Competitivo (Helvetas). Adicionalmente, es fundador de Ecoaldeas Perú, emprendimiento social y ambiental en San Roque de Cumbaza, provincia de Lamas, a 45 minutos de Tarapoto. Ofrece rutas para trekking (caminatas) en las montañas de la cordillera Escalera, ideales para amantes de las caminatas y de la naturaleza. En plena pandemia, Ecoaldeas Perú ha asumido el reto de administrar el albergue municipal.
ALUMNI UP (AUP): Cuéntanos cómo fue tu año sabático en la selva.
RODRIGO PONCE (RP): Fueron dos años, 2006 y 2007. Con un amigo y su novia participamos en ceremonias ancestrales de ayahuasca y decidimos irnos de Lima. En la selva conocimos gente de varias partes del mundo, practicamos con plantas medicinales, aprendimos yoga y administramos un albergue espiritual.
AUP: ¿Un albergue espiritual?
RP: Era un espacio de alojamiento, propiedad de una maestra espiritual, un albergue natural, «un centro de resonancia intergaláctica»… Vamos a ser sinceros: en el mundo hay una red inmensa de personas que se dedican al conocimiento y cultivo energético, espiritual; que el mainstream no los toma mucho en cuenta, pero que cumplen una labor importante. Nosotros nos zambullimos en ese mundo y descubrimos que ahí había un potencial de cambio para el planeta y para nosotros mismos: «cambias tú y cambia el mundo».
AUP: Interesante…
RP: Es así que cambié de trabajo y me concentré en un punto medio. Ni el extremo espiritual cósmico, ni el mundo netamente financiero, sino algo más simple: ecoturismo. No es fácil, menos si se busca que tenga impacto social y ambiental. Comercialmente es difícil competir con Cusco, Lima, Arequipa, etc., pero tenemos un producto innovador: trekking en los bosques y montañas de la Selva Alta donde también observas aves, ranas, paisajes, conoces la diversidad de la flora local, sus usos, costumbres y tradiciones. Sobre todo, te conectas con las personas locales que son tus anfitriones. Son procesos de negocio largos, y en eso estamos.
AUP: En resumen, ¿cuál es tu propuesta de valor?
RP: Nuestra propuesta de valor es un modelo de desarrollo sostenible basado en la conservación de la naturaleza, la agricultura ecológica y los negocios sostenibles como el ecoturismo. Un modelo que incluye una alianza importante con el sector educación y en ese sentido venimos trabajando con algunas universidades, organizaciones y voluntarios.
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